Todos los viernes a partir de las 5 p.m., desde la calle 26 hasta La Plaza de Bolívar, la carrera séptima vive una metamorfosis. Estas son algunas de sus historias.
Lo que durante el día es una pista de asfalto repleta de carros, empañada por la contaminación y saturada de pitos de bocina, se transforma, al caer el sol, en una plaza para el entretenimiento, donde pululan artistas callejeros, vendedores ambulantes, estudiantes mirones, parejas de enamorados, y sobre todo, especialistas del rebusque. La carrera séptima, en su origen la Calle Real de la Época Colonial, atraviesa la ciudad de norte a sur; es una ruta muy representativa de Bogotá, pues ha sido y sigue siendo escenario de ceremonias civiles, religiosas y manifestaciones sociales. Desde la década de los 40, los bogotanos acostumbran a salir a disfrutar del septimazo, que en principio era una plaza de mercado. A primera vista, el septimazo se ofrece como un espectáculo de situaciones excepcionales y hasta extravagantes: Un cieguito sentado en un banco murmulla una canción del pacifico, a su lado, unos parlantes de 2 metros amplifican la voz de una negra que canta salsa y baila alborotada en la mitad de la calle; mas allá, un grupo de curiosos se reúnen alrededor de un cuy para adivinar en cual de las doce jaulas que lo rodean se va a resguardar el roedor; más acá, un vendedor de chontaduros atiende a cuatro personas a la vez, mientras que, justo atrás de el, varios jóvenes hacen fila para patear una pelota de microfútbol en dirección de unas latas organizadas en forma de pirámide.
"El Septimazo" es un espacio para la cultura y la recreación.....Excelente actividad Bogotana!!
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